EL LAZARILLO DE MOGUER
- Karla con K

- 5 ene 2019
- 2 Min. de lectura

Ese bosque era mágico, ese bosque había visto de todo.
Antes rodeado de cazadores, duendes, príncipes y princesas… AHORA ESTABA SÓLO.
Deshabitado, polvoriento.
Guardando en forma de negras cortezas la sangre que antes había sido derramada y junto con ellas, los restos de historias que nunca habrían de contarse.
En medio de aquella noche obscura, y bañada de ese silencio ensordecedor que sólo los amantes de la luna llena podrían reconocer, algo inusual estaba sucediendo:
Un niño con una extraña criatura sobre su cabeza pasaba sobre aquel viejo y abandonado camino.
Había pasado tanto tiempo desde la última vez, que incluso los árboles habían olvidado lo que era escuchar pisadas sobre las hojas, convirtiendo ese momento en algo mágico y por ende, paralizando al bosque entero sólo para contemplarlo.
El niño caminaba tranquilo, había aprendido a confiar. Desde chico le habían puesto los ojos en el corazón y es por eso que la criatura sobre su cabeza le prestaba los suyos.
Fue entonces cuando aquel niño, sin entender bien lo que pasaba a su alrededor, sólo pudo percibir los vestigios de lo que algún día había sucedido ahí y casi como reflejo instintivo, empezó a tomar los frutos que a manera de lágrimas caían de la criatura sobre su cabeza para convertirlos en la bebida que habría de proveerles la seguridad, tranquilidad, fuerza y confianza para atravesar aquel camino impregnado de historias.
“Unos pasos más, Moguer”- dijo la criatura – y fue lo único que alcanzó a escucharse aquella noche, aquella donde el bosque contempló cómo aquellas cautelosas pisadas iban alejándose aun cuando él sólo quería conservarlas.
Al día siguiente, los frutos rojos más dulces de la historia descansaban sobre las ramas de aquellos majestuosos árboles. Había sido claro, el eco de dichas palabras habían logrado que aquel viejo y reservado bosque encontrara la manera de rendir honor a cada una de las criaturas que alguna vez vivieron en él, de rendir honor a lo que algún día fue, pero sobre todo, a lo que algún día habría de volver a ser.



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