NIEVE, DEUDAS Y OTRAS INVERSIONES

Bien dicen que la mejor inversión que un hombre puede hacer es LA EDUCACIÓN.

Bueno, yo creí firmemente en eso y decidí entrar a la universidad más cara de mi ciudad A CRÉDITO.

Vaya, 18 años, 1er día en la universidad y mi primer deuda corriendo.

No sabía en la que me metía, digo, la palabra CRÉDITO incluso se oía bonita en los anuncios de radio y ni que decir de los labios de la señora que me atendía... Ahhh (suspiro de melancolía)... esa mujer era el mismo diablo.

Ella con sus palabras rebuscadas, traje ejecutivo y zapatos de charol, me hicieron sentir que hacia LA INVERSIÓN DE MI VIDA. Es más, sentía que si el tiempo regresara y Carlos Slim reencarnará en mí, EL MISMÍSIMO MAGNATE DE LOS NEGOCIOS E INVERSIONES DIRÍA “SI” SIN PENSARLO A TAN APABULLANTE PROPUESTA.

Pero bueno, NO FUE ASÍ.

A sólo 4 años de tan emblemático momento y casi habiendo olvidado semejante acuerdo, salgo de la carrera, me levanto con un espíritu emprendedor que sólo un joven viviendo su primer día de egresado podría comprender y ahí estaba, destellante en mi cerco, UN SOBRE CON MI NOMBRE.

Vaya que era una persona importante ahora.

¡Mi primer sobre personalizado! ¡Nunca antes había recibido uno!

Venia sellado (señal de que era algo importante) y debo confesar que por mi mente sólo pasaba la fascinante idea de que un cartero trabajaba para mí.

Una vez diluida la emoción, tomo el sobre que MI CARTERO delicadamente había colocado sobre mi cerco, lo abro ansiosa y, ahí estaba…

Estimada LIC. Karla Pérez:

Con motivo de la presente nos permitimos recordarle que usted tiene un adeudo por el monto de $200 mil pesos, la invitamos a cubrir sus pagos de manera puntual antes de que esto empiece a generarle intereses.

“Que cartero tan caro, DEBO DESPEDIRLO” - fue mi primer pensamiento y después paso a lo verdaderamente importante:

¿Uh? ¿Intereses?

Vaya, en mi horóscopo dice que tengo “intereses” por los deportes de nieve aún cuando vivo en la ciudad que atrapó al sol y que a la fecha sigo sin conocerla, así que esos “intereses” deben ser de los mismos, de los falsos, DE LOS QUE “NO CUENTAN”.

¡Ja!

Awh…

Inocencia financiera…

(Inserta la canción de “17 años” de Ángeles azules aquí)

Pero bueno, el tiempo pasó y al igual que mis interés (y el valor de las UDIS) CRECÍ y fue él mismo el que me enseñó que:

En ocasiones te son “impuestos” ciertos “intereses” que no puedes ignorar, que las UDIS son más variables que el estado de ánimo de cualquier mujer, que las “letras” pueden hacerte literatura cuando las usas como moneda de cambio y que en ocasiones sale más caro firmar un pagaré que un acta de matrimonio.

¿De nieve?

No, de eso aún no se nada.